Miles de personas, 44.000 según el recuento realizado por GARA, denunciaron en Bilbo la «criminal» política penitenciaria que los estados aplican a los presos políticos vascos. Una política que vulnera sus derechos más básicos, y que ayer fueron reivindicados de forma masiva.
Leído en GARA
Una multitudinaria movilización, que reunió al menos a 44.000 personas, alzó ayer la voz en Bilbo ante las imposiciones represivas de Madrid, a la vez que denunció la «criminal» política carcelaria que les aplican a los vascos encarcelados y exigió el respeto a los derechos de los presos políticos vascos que, tal y como incidieron también los convocantes, son vulnerados constantemente. La de ayer fue la mayor manifestación que en los últimos años se haya vivido en Euskal Herria, teniendo en cuenta además el veto impuesto por la Audiencia Nacional española a la convocatoria realizada por la asociación de familiares de presos políticos vascos, Etxerat. Un veto al que distintas fuerzas políticas -EA, Aralar, AB, Alternatiba y la izquierda abertzale- respondieeron de forma conjunta con una nueva convocatoria -cabe destacar que el PNV, en esta ocasión, no secundó la marcha ni hizo mención alguna al respecto- a la que también presentaron una querella en el tribunal especial.
Minutos antes de que la marcha arrancase, desde Madrid informaron de que la movilización no sería prohibida, pero para entonces las principales calles de Bilbo ya se encontraban repletas por miles de personas.
La dispersión, el aislamiento, las palizas, los traslados «arbitrarios», la intervención o el veto a las comunicaciones, la imposición de «la cadena perpetua», los miles de kilómetros a recorrer, los accidentes, los controles policiales... Un sinfín de conculcaciones que padecen los prisioneros políticos vascos, así como sus allegados, fueron denunciados con fuerza en las calles de Bilbo.
Vulneraciones que padecen las 746 personas que conforman el Colectivo de Presos Políticos Vascos, y contra quienes siguen aumentando día a día las medidas represivas. Así, en nombre de las fuerzas políticas que convocaron la marcha de ayer, se denunció la utilización que los estados español y francés realizan con los presos políticos, además de censurar con rotundidad la conculcaciones de los derechos que padecen los vascos encarcelados.
También recordaron cómo se pretende incluso cercenar y silenciar la solidaridad hacia los presos políticos vascos, siendo el mejor exponente de ello el veto impuesto por la Audiencia Nacional española contra la convocatoria de Etxerat. Ante esa situación y para que esa denuncia no fuese silenciada, los convocantes de la movilización dieron la palabra a los familiares y amigos de los presos políticos vascos.
Ante miles de personas, en el acto final realizado en el Ayuntamiento de Bilbo, dos familiares tomaron la palabra para enumerar las vulneraciones y las agresiones de las que son objeto tanto los presos como los familiares. Pero también fueron más allá de la denuncia y señalaron que van a seguir, pese al incremento represivo que el pasado año tuvo como principal exponente las fotografías de los presos vascos, así como «los humillantes» cacheos a los que someten a los familiares y que ha provocado la pérdida de cientos de visitas. Subrayaron de manera especial el intento de suicidio del preso de Bilbo Igor González Sola, recordando que han sido 21 los presos fallecidos y 17 los familiares y amigos muertos en accidentes.
«2010 tiene que ser el año de los compromisos concretos. Vamos a pedir compromisos concretos y realizables a los diferentes agentes sociales, sindicales y políticos del país. Entre todos y todas, conformamos una amplia mayoría. Por tanto, es momento de pasar de las palabras a los hechos», afirmó un familiar, a la par que señalaba que ellos seguirán con su labor diaria de dar testimonio directo de las vulneraciones que sufren sus allegados presos. «Es hora de acabar con ese interminable chantaje que supone la criminal política penitenciaria vigente», sentenció, ofreciendo algunas claves para ello: compromiso, aunar fuerzas, trabajo diario, denuncia y solidaridad.
Sorpresa por la dimensión
Las compras en las tiendas que conforman la Milla de Oro de la capital vizcaina no fueron las principales protagonistas de la tarde en que decenas de miles de personas recorrieron la Gran Vía para reivindicar los derechos de los presos políticos vascos. Fue tal la magnitud de la movilización que algunos de los turistas que en estas fechas navideñas visitan el Botxo atraídos por el «efecto Guggenheim» preguntaban la causa por la que ese gentío marchaba por la principal arteria comercial coreando consignas.
Media hora antes del comienzo, previsto para las 17.30, miles de personas de toda edad y procedencia aguardaban el inicio de la manifestación en el entorno del Sagrado Corazón. A la hora de la cita, una gran enseña, portada por familiares de represaliados vestidos de baserritarras iniciaban la marcha, cosechando los primeros aplausos de las miles de personas que esperaban. A partir de ahí, no cesaron de escucharse consignas como «Euskal presoak etxera», «Presoak etxera, amnistia osoa» y el cántico de ``Hator hator''.
Por detrás, cinco largas filas de familiares de los 746 presos políticos vascos, cuyo paso hizo estremecer a más de uno y encendió los gritos de ánimo. La marcha enfilaba con problemas la Gran Vía, incapaz de absorber al gentío que se agolpaba en las aceras mientras seis furgonetas de la Ertzaintza y un helicóptero la vigilaban por tierra y aire, tal y como había solicitado al mediodía el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno.
A unos metros del grupo más numeroso de familiares, otros portaban la pancarta con el lema «Dagozkien eskubideen jabe Euskal Presoak Euskal Herrira» que daba paso a las nutridas representaciones de las cinco formaciones políticas vascas convocantes de la movilización y de los colectivos sociales y sindicales que se sumaron a la misma, como antes habían hecho al llamamiento de Etxerat.
La nota de color se produjo con el encendido de la iluminación navideña de la Gran Vía, a eso de las 18.00, que fue aprovechada por más de uno para obtener la instantánea del momento. Otros, no cesaron de ondear sus banderas en las que reclamaban la repatriación de los presos.
Las aceras continuaban repletas en todo el trayecto entre el Sagrado Corazón y Moyúa, con la excepción de un pequeño tramo colindante con la sede de la Subdelegación del Gobierno español en Bizkaia, en la calle Iparragirre. Allí, seis guardias civiles, pertrechados con sus armas de guerra, se apostaron en actitud desafiante ante la sorpresa de manifestantes y viandantes.
«Non dago Jon?»
La respuesta a la supuesta demostración de fuerza de los agentes del instituto armado español fue el incesante repetir de gritos en los que se preguntaba por la situación del ex preso y refugiado donostiarra Jon Anza, desaparecido desde abril de 2009. A la ya habitual consigna de «Non dago Jon?» se sumaron otras como «PSOE, GAL berdin da» o «Errefuxiatuek Euskadin bizi behar dute».
Tras pasar por Moyúa, la marcha fue saludada por los sones de la txalaparta y se adentró en el último tramo de la Gran Vía, el más comercial, donde se comenzó a atisbar la dimensión de esta nueva movilización ciudadana en defensa de los derechos de los presos políticos vascos y de sus familiares. Quienes aprovecharon la tarde del sábado para efectuar compras no ocultaban su sorpresa por el tiempo -una hora- que tardó la marcha en recorrer esa artería de Bilbo.
La falta de previsión de las autoridades municipales también provocó algunos pequeños problemas de tráfico que policías municipales trataron de solventar con éxito. Decenas de coches quedaron atrapados en algunas calles de centro al no ser advertidos del paso de la manifestación con destino al Ayuntamiento. Allí, tuvo lugar el acto final, ante un edificio con vestigios navideños.
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