M21. Denok grebara

Comunicado de Herri Demokrazia

Que existen razones de sobra para una huelga general no se le escapa a nadie. La actual crisis del sistema de explotación capitalista se hace notar en todo el globo terráqueo. Es la crisis financiera más grave desde la gran depresión de los años 30 y ha traído aún más sufrimiento e incertidumbre a la vida de miles de millones de personas.

Pero esta crisis está, además, golpeando duramente a los obreros fabríles del mundo imperialista con una virulencia que no esperaban. Muchos de estos obreros se sentían muy cómodos con las migajas del sistema que la oligarquía utilizaba para mantenerlos tranquilitos. Pero a día de hoy las cosas han cambiado, los cierres patronales, los despidos y los ERE están a la orden del día en todo este primer mundo.

Aquí, en Euskal Herria, la situación no es muy distinta de los países de nuestro entorno. Durante los últimos meses hemos sido bombardeados con incesantes noticias sobre la mala situación económica, cuya cara más amarga la encontramos en los casi 60.000 despedidos en el último año en Hego Euskal herria que pasan a engrosar los más de cuatro millones de parados en el conjunto del Estado español.

Así que, exiten sobradas razones para que el conjunto de trabajadoras y trabajadores participemos en la Huelga General del 21 de mayo.

Pero hay que tomar parte en esta huelga, y seguir luchando contra este sistema explotador e injusto, no sólo porque ahora suframos las consecuencias de su mala gestión. El sistema capitalista es pernicioso para la mayoría de la gente, se encuentre éste en crisis o en plena expansión.

Una “regla de juego” del capitalismo es que para sobrevivir tienes que encontrar a quien te contrate. Pero no contratan a uno para que pueda tener recursos económicos con los que alimentar a los suyos y poder disfrutar de una vida más o menos cómoda. Los capitalistas no contratan a los trabajadores porque quieren satisfacer las necesidades de la sociedad. Si se satisfacen, en parte, estas necesidades es como consecuencia no planeada del funcionamiento esencial que subyace en la sociedad capitalista: las ganacias y la acumulación cada vez mayor de capital en menos manos. La explotación de la mayoría por unos pocos.

El capitalismo requiere además, como parte de su funcionamiento habitual, una gran reserva de mano de obra desempleada que le da la opción de contratar a los trabajadores tan fácilmente como los echa a la calle, según las necesidades de los capitalistas. Esa reserva de mano de obra, el conjunto de desempleados, también sirve para rebajar los salarios. Cuanto más desempleo, más trabajadores compiten para “vender su mano de obra”, así que menos salario tiene que pagar el capitalista. Especialmente, en tiempos de crisis, la gente se ve obligada a aceptar salarios cada vez más miserables.

Bajo el sistema capitalista, no existe un plan general. Los diferentes capitalistas compiten por los mismos mercados, sin garantías de poder vender sus mercancías. Cúal es la consecuencia de esa competencia: pagar menos salarios, rebajar las prestaciones sociales e imponer condiciones pésimas de trabajo, lo que se traduce en mayores ganacias para ellos.

Pero las cosas no tienen porqué ser así. Podemos acabar con este sistema anticuado en el que unos pocos, explotan y oprimen a los demás. Poder hacer algo radicalmente diferente, una sociedad socialista. Una sociedad en la que los recursos se dediquen a cubrir las necesidades sociales. Una sociedad en la que la gente sea dueña de su futuro, participando en la toma de decisiones que le afecten y no dejando “al mercado” la incertidumbre de ingresos, despidos o regulaciones. Tomando parte en la manera de planear la producción, como parte esencial sobre la dirección que toma una sociedad. Tomando parte en la lucha sobre cómo ir eliminando las divisiones en la producción. La división entre trabajo manual, en una cadena de monjate por ejemplo, y trabajo intelectual, trabajo creativo, administrativo, etc. Todo esto de manera medioambientalmente sostenible, pensando en reparar el entorno en lugar de destruirlo, pensando en el bienestar de las generaciones futuras.

Demostremos que somos muchos los que queremos que las cosas cambien. El 21 de mayo es un buen día para empezar.