Leido en el periódico "Nueva Democracia" chileno
Barack Obama, en un inútil esfuerzo por desmarcarse de la imagen genocida de Bush, venía siendo presentado por los medios de comunicación burgueses como un “gran demócrata”. Para ello por ejemplo, anunció un supuesto retiro de tropas en Irak que finalmente fueron sólo reubicadas en Afganistán y anunció también el cierre del centro de tortura de Guantánamo, para reemplazarla por otros 17 centros de reclusión flotantes en buques de la marina norteamericana.
Los hechos acontecidos en estos últimos días en Honduras son otro claro ejemplo de la histórica vocación genocida, criminal e intervencionista del imperialismo norteamericano, que se desenvuelve invariable sea cual sea la cara de su presidente. Se vista de blanco o de negro, el rostro del imperialismo yanqui es uno solo para los pueblos latinoamericanos y del mundo: opresión, agresión y genocidio.
Los meses previos al golpe en Honduras
El destituido Manuel Zelaya Rosales es miembro del Partido Liberal, heredero de una histórica familia terrateniente y capitalista del sector agroforestal. En su curriculum destaca su rol de dirigente de la gran burguesía como miembro directivo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y Presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Industriales de la Madera.
Zelaya finalizaba su mandato en enero del próximo año. Sin embargo, este 24 de junio anunció que convocaría a un referéndum para decidir la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que modificaría la Constitución del país. El motivo principal de la consulta era modificar los límites al período presidencial. El Tribunal Electoral, la Fiscalía General, la Corte Suprema y el Congreso declararon ilegal esta consulta. La intención de realizar este plebiscito desató el conflicto entre las facciones que administran el Estado burocrático de Honduras. Ese mismo día, Zelaya anunció que destituía a Romeo Vásquez Velásquez, Jefe del Estado Mayor Conjunto hondureño, luego de que éste se negara a distribuir las tarjetas de votación de la consulta. Poco después, el Ministro de Defensa y los Jefes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas renunciaron. Sin embargo, la Corte Suprema votó de manera unánime en contra de la medida y ordenó que el citado General permaneciese en su cargo. Dicho militar que estudió en la Escuela de las Américas, declaró que había sido separado de su cargo por “negarse a violar la ley.” Los altos mandos hondureños mantienen relaciones muy estrechas con las fuerzas genocidas estadounidenses.
En mayo pasado, el ex titular del Congreso y actual presidente de facto, Roberto Micheletti, del mismo Partido Liberal que el destituido Zelaya, cruzó insultos y acusaciones con éste, denunciando haber recibido amenazas de muerte: “públicamente responsabilizo al Poder Ejecutivo si algo me pasase a mí o a mi familia, a mis hijos o a mi esposa, porque ya basta, porque yo creo que nosotros no tenemos por qué estar sufriendo situaciones de aspiraciones de un trastornado que quiere quedarse con el poder en el país.”, declaró. En tanto Zelaya negaba las acusaciones asegurando que no buscaba la reelección.
El 28 de junio, día en que se preveía realizar la consulta, Zelaya fue detenido y expulsado del país hacia Costa Rica, por un grupo de militares golpistas. Ese mismo día en sesión del Congreso, se leyó una carta de renuncia de Zelaya quien, sin embargo, desde Costa Rica desmintió haberla escrito.
El Congreso volvió a sesionar y resolvió por unanimidad la destitución de Manuel Zelaya, por considerar que éste había violado la Constitución y el ordenamiento jurídico del país y designó para sucederlo a Micheletti, con el compromiso de que permanecería en el cargo solamente hasta la terminación del mandato de Zelaya en enero de 2010.
El imperialismo yanqui no podía desconocer el golpe
La importancia geopolítica del territorio de Centroamérica para el imperialismo yanqui reside en su condición de corredor de circulación entre dos continentes y dos océanos, constituyendo un territorio estratégico para servir de base de control de la zona y del resto de Latinoamérica.
A comienzos de la década de 1980, la CIA puso en marcha campos de adiestramiento en el territorio de Honduras y suministró alimentos, ropa, armas y supervisión a los “Contras”, fuerza paramilitar que combatió al Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua. El imperialismo yanqui utilizó a la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, la capital de Honduras, como base de retaguardia de la reacción, bajo la dirección del genocida y actual Director Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, John Negroponte.
El Estado imperialista norteamericano siempre ha impulsado una política hegemónica hacia Latinoamérica. El choque del gobierno de Zelaya con los intereses norteamericanos se produjo cuando éste, representando a una facción de la clases explotadoras hondureñas, inicio un acercamiento con los intereses de los imperialismos ruso y chino representados por Hugo Chávez.
Pugnas inter-imperialistas en Centroamérica
La creciente presencia de los intereses rusos y chinos en Latinoamérica es un tema que preocupa al gobierno de Obama. En declaraciones efectuadas a los medios burgueses este año, la secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, señalaba en relación a los vínculos de estos imperialismos con los sectores burgueses-terratenientes representados por Chavez y Morales: “El gobierno anterior trató de aislarlos, trató de apoyar a sus opositores, trató de convertirlos en parias internacionales. No funcionó.” La preocupación del imperialismo yanqui es perder su hegemonía en la zona: “Si se observan las ganancias, particularmente en América Latina, que Irán ha obtenido y que China ha obtenido es francamente perturbador” declaró Hillary Clinton, y agregó: “Ellos (China, Rusia e Irán detrás de éstos) están estableciendo conexiones políticas y económicas con muchos de esos líderes” en una clara referencia a los gobiernos de Chávez y Morales (BBCmundo).
Como ya se ha denunciado en ND, lo que se esconde tras el berrear antiimperialista de Chavez y Morales, es precisamente la defensa de los intereses de los imperialismos ruso y chino principalmente. Estos últimos han realizado grandes inversiones en el sector energético y minero de estos países y han desarrollado importantes vínculos militares. Ejemplo de ello es que el gobierno de Chávez se ha convertido en el principal comprador de armas rusas en nuestra región.
En este contexto Zelaya, representando una facción de la gran burguesía y los terratenientes hondureños inició una serie de medidas que chocaron abiertamente con los intereses norteamericanos al acercarse a los imperialismos ruso y chino por intermedio de Hugo Chávez.
Una de las medidas que chocaba con los actuales planes del imperialismo yanqui de desarrollar la guerra de agresión y mantener la hegemonía en la región, fue el anuncio que hizo Zelaya el 31 de mayo de 2008, en cuanto a que la Base militar yanqui en territorio hondureño Soto Cano (Palmerola) sería utilizada para vuelos comerciales internacionales. Esta base estadounidense en territorio hondureño, funciona tras un acuerdo realizado en 1954 como parte de la “ayuda” militar que Estados Unidos ofrecía a Honduras, está ubicada a 97 kilómetros de la capital y opera desde 1981, momento en que se utilizó como base de operaciones de los contras nicaragüenses.
Sumado a esto, en septiembre de 2008 Zelaya adhiere a Honduras a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), tratado económico liderado por Venezuela, que cuenta con la participación de Bolivia, Nicaragua, Cuba, República Dominicana y Paraguay. Con este hecho Zelaya acercaba a su país a los intereses rusos y chinos representados por Chávez, en pugna y colusión con los intereses yanquis. Esto despertó la alarma en el Estado imperialista yanqui, pues Honduras es un país que como hemos visto, en términos estratégicos y militares representa mucho para la ansiada arremetida hegemónica estadounidense en la zona, que siempre ha considerado su patio trasero.
Tras el golpe de Estado a Honduras, el gobierno estadounidense ha procurado no destacar demasiado dentro del aparentemente variado grupo que condenó el golpe y ha utilizado a organismos internacionales para que lideren la mediación como la OEA y la ONU. Ambas entidades han encabezado la ofensiva diplomática, al menos en este proceso inicial. Estados Unidos cuidó referirse sólo a la ilegalidad de la salida de Zelaya y no agregar “militar” al hablar del golpe, porque ello podría implicar la suspensión de algunos programas de cooperación entre EE.UU. y Honduras. Tampoco retiró a su embajador en Tegucigalpa como hicieron algunos países. Por lo pronto sólo suspendieron los planes de cooperación militar y dejaron latente una vaga amenaza de “aislar” al gobierno de Micheletti.
Los pueblos latinoamericanos debemos desenmascarar a los lacayos del imperialismo que desde organismos internacionales de fachada “humanitaria”, como José Miguel Insulza a través de la OEA, ha representado el rol de vocero de los intereses yanquis en el continente. También debemos desenmascarar a los falsos antiimperialistas, y a todos sus funcionarios a sueldo que desde gobiernos con careta de “populares” como Morales, Chávez, Zelaya y compañía sólo buscan representar de mejor manera los intereses de grandes burgueses y terratenientes, amparados en otros imperialismos.
¡Viva la lucha del pueblo hondureño contra
los intereses imperialistas que los disputan!
¡Sólo con guerra popular los pueblos latinoamericanos
aplastarán a los imperialistas y sus lacayos!
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