Quienes defienden los postulados reformistas en base a las fantasías de la pequeña burguesía de alcanzar parcelas de poder en el régimen burgués, sin embargo, emplean el oportunismo y la demagogia cuando les interesa para aparentar ser lo que no son.
Los sectores obreros más atrasados y desideologizados sucumben ante estas tretas: los más conscientes, en cambio, las combaten desde posicionamientos revolucionarios.
Así que, pueden llenarse la boca con soflamas pseudorevolucionarias, que sus continuas manifestaciones reformistas, sectarias y anticomunistas, les retratan y desenmascaran por sí solas.
En Canarias hay que situar en primera línea la lucha contra las ideas pequeñoburguesas tan arraigadas en el movimiento político y sindical porque, hasta que no se supere el atraso ideológico del movimiento obrero, no se podrá avanzar hacia el socialismo.
La tarea es doble: por un lado la batalla ideológica contra las ideas pequeñoburguesas de las organizaciones de izquierda y, por otro, la lucha contra la influencia política de la socialdemocracia que corrompe en las filas obreras la percepción de la ideología socialista.
Debemos empezar por aclarar y definir conceptos, porque de lo contrario se mantendrá el divorcio entre las ideas socialistas revolucionarias y los trabajadores y trabajadoras de Canarias.
El PRCC, organización constituida y dirigida por trabajadores asalariados, no oculta sus objetivos como no los han ocultado jamás los comunistas, así como tampoco lleva entre sus siglas el epíteto “Revolucionario” por otra razón que no sea la de que somos una organización de este tipo.
Somos conscientes de que, electoralmente, la idea de pronunciarse a favor de la descolonización e independencia de Canarias y defender el comunismo, para la pequeña burguesía implica arrimarse al fracaso. Pero a los revolucionarios eso nos quita el sueño, pues nuestras preocupaciones son otras.
Por eso nos diferenciamos claramente de los reformistas. Porque nuestra acción política no se reduce al exclusivismo electoral y al individualismo que posterga la formación de la militancia.
Ni el intento de los “ilustres” e “históricos” dirigentes pequeñoburgueses de levantar un movimiento alternativo con los mismos principios y métodos frustrados de siempre, ni la autodenominada “izquierda nacional canaria”, ni el resto de organizaciones extraparlamentarias izquierdistas, suponen una amenaza para la hegemonía de la burguesía colonialista y colaboracionista.
El Estado burgués es indestructible, por muchas alumbraciones que los mentados “ideólogos” nos regalen, mientras se ignore lo fundamental: la Revolución Canaria.
Las posiciones reformistas que propugnan ab aeterno la pequeña burguesía, sólo han servido para eternizar la sumisión obrera. En cambio, las revoluciones socialistas han triunfado en muchísimos países, aunque luego no hayan sido ni los comunistas ni los trabajadores quienen hayan usurpado y liquidado estas experiencias.
Que el nuestro es un camino prolongado, duro y sacrificado, lo sabemos muy bien. Que mucha gente no está dispuesta a comprometerse por vagancia o cobardía también. Pero muchos otros trabajadores, impregnados de la ideología pequeñoburguesa, basta con que se instruyan y reflexionen un poco para desprenderse de esa lacra que ha dominado desde hace décadas el movimiento obrero y comunista y se sumen a nuestras filas.
Denunciamos la fraudulenta democracia burguesa, dictadura de la minoría. Y ante el electoralismo reformista, creemos en la participación de cuadros obreros en las instituciones democratico-burguesas para la agitación y propaganda revolucionarias.
Nuestro Partido, como vanguardia activa organizada y consciente de la clase trabajadora, selecciona a los hombres y las mujeres más fieles a la revolución, y situamos en primera línea la formación ininterrumpida de cuadros militantes.
Para que el Partido pueda cumplir su misión de luchador de vanguardia, debe constituir necesariamente un destacamento unido de la clase obrera con una disciplina única obligatoria para todos los militantes. Debe basarse en los principios del centralismo democrático para ser una organización fuerte y unida.
Y estas ideas básicas, que no son el fruto de invenciones sublimes, sino el resultado de la experiencia acumulada en el movimiento obrero y el desarrollo de las ideas marxistas-leninistas, son caracterizadas de trasnochadas por nuestros enemigos, cuando no existe nada más rancio que el colonialismo, el imperialismo, el reformismo y el revisionismo.
Así que vamos a plantar cara en el terreno ideológico a los socialdemócratas que, con sermones humanistas y progresistas, defienden un capitalismo cuyo rostro dicen es más humano. ¡Como si la explotación del hombre por el hombre pudiese dulcificarse!
Y al mismo tiempo combatiremos las ideas pequeños burguesas encepadas en el seno del movimiento obrero: el burocratismo, el individualismo, el electoralismo y el sectarismo.
Vamos a batallar para que la clase obrera identifique socialismo con las ideas revolucionarias del marxismo-leninismo. Demostrar que el PSOE de obrero no tiene absolutamente nada más que el nombre. Que los intereses que defiende la socialdemocracia son los de la burguesía y que la pequeñaburguesía reformista condena al fracaso la emancipación de los trabajadores y el triunfo del socialismo.
(*) David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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