Por Ingo NIEBEL.
A la carismática líder comunista la mataron e hicieron desaparecer militares derechistas en 1919. El crimen ocurrió con el beneplácito de la socialdemocracia alemana, como reconoció uno de sus autores en 1970. La posible reaparición del cadáver de Luxemburg salpica al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en un año electoral muy importante en el que está luchando por su supervivencia como partido de masas.
Cuando Michael Tsokos asumió la dirección de Patología de la Charité en 2007 se topó con el cadáver de una mujer anónima que desde hacía 90 años yacía en la colección de su instituto. Al cuerpo sin vida le faltan la cabeza, los brazos y las piernas. Después de dos años de investigaciones, Tsokos hizo público el resultado de sus pesquisas: piensa que se trata de la heroína comunista Rosa Luxemburg porque el cadáver mide un metro y medio y presenta las deformaciones de la cadera que caracterizaban el andar de la activista política.
Sin embargo, el hallazgo de Tsokos no se corresponde con el informe que en 1919 redactaron los dos más prestigiosos forenses de Alemania. Parece que ellos practicaron la autopsia del cuerpo de otra mujer cuya cadera estaba perfecta. Además, la herida que hallaron en el cráneo no puede ser resultado del brutal golpe dado con la culata de un fusil que Luxemburg recibió antes del disparo a bocajarro en la sien.
Muchas preguntas
¿Quién fue enterrado el 19 de junio de 1919 en el cementerio de Friedrichsfelde de Berlín bajo el nombre de Rosa Luxemburg junto con su camarada Karl Liebknecht? ¿Quién ordenó semejante vulneración de la legislación vigente? ¿Acaso el SPD, entonces en el poder, presionó a los expertos forenses para que falsificaran la autopsia para quitarse rápidamente de encima una muerta que le seguía causando serios problemas?
El reciente hallazgo no cambia los hechos históricos. El 15 de enero de 1919, varios soldados, comandados por el ultraderechista oficial Waldemar Pabst, detuvieron a Liebknecht y Luxemburg después de que fracasara una rebelión comunista en Berlín. Llevaron a los dos activistas a su cuartel general donde los torturaron brutalmente. Pabst ordenó que los mataran después de haber recibido el visto bueno de la cúpula del SPD, que estaba llevando a cabo un lucha sin cuartel por el poder contra todas las formaciones políticas a su izquierda. Para ello, contó con el respaldo de las fuerzas más reaccionarias de la desaparecida monarquía.
En aquella guerra civil, la soldadesca derechista ejecutó a miles de izquierdistas sin juicio alguno. Respecto a sus líderes, Pabst reconoció en 1962 que el ministro de Guerra, Gustav Noske (SPD), autorizó estas muertes. En 1970, añadió que aquella autorización requería del visto bueno del presidente alemán y jefe del SPD, Friedrich Ebert.
Aquella noche de enero, Liebknecht recibió un tiro por la espalda. Luego se entregó su cuerpo a la Policía, aduciendo que falleció en un «intento de fuga». El cuerpo sin vida de Luxemburg lo arrojaron a uno de los canales de Berlín donde aparecería cuatro meses más tarde.
Piden un entierro digno
Tsokos opina que le faltan los brazos y las piernas porque le colocaron los pesos con cables que, en el avanzado estado de descomposición, cortaron los respectivos miembros. El forense no descarta que el cráneo desapareciera porque los patólogos de la época practicaban un macabro coleccionismo con las cabezas de famosos personajes. Ahora espera que una prueba de ADN revele la identidad de la muerta. En Varsovia vive una sobrina de Luxemburg.
En el caso de que se confirme la identidad de Rosa Luxemburg, el jefe del grupo parlamentario de Die Linke, Gregor Gysi, exigirá al presidente de la República, al Gobierno federal y al Linke un entierro digno en el «cementerio de los socialistas» en Berlín. Cada segundo domingo de enero, miles y miles de activistas rinden homenaje en este lugar a aquellos que murieron por un mundo mejor.
En este año electoral, Die Linke podría aprovechar la reaparición de Luxemburg en su pugna de las ideas contra el SPD no sólo esclareciendo la colaboración de la socialdemocracia con la ultraderecha en 1919, sino también para aclarar las dudas que se ciernen sobre el supuesto suicidio con armas de fuego de la cúpula de la Fracción del Ejército Rojo (RAF) en una cárcel de alta seguridad en 1977. Estas muertes violentas ocurrieron siendo jefe de Gobierno el socialdemócrata Helmut Schmidt.
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