Mayo de 2005. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Murió a 88 años de edad Chang Chun-chiao (Zhang Chunqiao), uno de los más sobresalientes líderes revolucionarios de fines del siglo 20.
Chang, y Chiang Ching (Jiang Qinq), la esposa de Mao Tsetung, eran líderes de la "Banda de los Cuatro". De hecho, eran la "banda de los cinco", pues eran los más íntimos partidarios de Mao en la dirección del Partido Comunista de China. Tras la muerte de Mao en 1976, los arrestaron en un golpe de Estado militar en que los oponentes de Mao tomaron el Poder, pusieron fin con la violencia a la Revolución Cultural y derrocaron al socialismo.
Según el boletín oficial de la agencia noticiosa china del 10 de mayo, Chang murió el 21 de abril. Ocultaron la muerte casi tres semanas, quizá para atenuar la amenaza de otra ronda de disturbios pro-Mao o al menos mostrar su indecisión. También contradice la noción oficial de que Chang ya perdió toda influencia. Condenaron a los "Cuatro" en 1981 por lo que el actual Diario del Pueblo llama "los excesos de la Revolución Cultural" e "intentar tomar el Poder tras la muerte de Mao". Sentenciaron a muerte a Chiang Ching y Chang Chun-chiao (luego, conmutaron la sentencia a cadena perpetua), y a Yao Wen-juan y Wang Hong-wen, quienes claudicaron durante el juicio, les dieron sentencias de 20 años. En 1991, Chiang Ching murió en circunstancias dudosas tras 15 años en arresto domiciliario sin contacto con el exterior. Soltaron a Wang en 1998, quien murió después, y soltaron a Yao hace diez años y dicen que aún vive. Ocultaban tanto el encarcelamiento de Chang y la ubicación y condiciones del mismo que hasta la reciente noticia mucha gente pensaba que había muerto en 1998. Según el corto boletín de prensa oficial, lo soltaron en ese año "por razones médicas".
En el juicio, Chang, ya enfermo de cáncer, se negó a cooperar con las autoridades ni hablar, salvo rechazar las acusaciones. Todo el que vio la fiera mirada que le clavó a los jueces quedó impresionado: los ojos de bala en medio de una desafiante cara enmarcada con una barba entrecanosa y bien cuidada.
Chiang Ching se defendió poderosamente a sí misma y a la línea de Mao. Chang claramente tomó partido con ella y su desprecio a los acusadores. En respuesta a las acusaciones, ella dijo que no era crimen derrocar a los dirigentes del partido seguidores del camino capitalista y que aquellos que acusaban a ella y a miles de revolucionarios más no tenían derecho a quejarse de haber perdido sus puestos de dirección. Hoy, en retrospectiva, llama la atención mucho más que, pese a los errores y "excesos" de la Revolución Cultural, la diferencia entre el cuartel general revolucionario que dirigía los debates y luchas de masas que atrajeron a millones a la vida política en los años de Mao y el gobierno que tumbó al socialismo y luego perpetró la masacre de la plaza Tienanmen para intimidar y callar el disentimiento es como de día y noche.
Entre las principales acusaciones a los "Cuatro", decían que desde Pekín éstos organizaron una rebelión armada en Shanghai contra el golpe de Estado a fin de movilizar la resistencia en el país. Chang Chun-chiao había sido líder del partido ahí. Aunque las autoridades lograron coartar la rebelión en Shanghai, en parte debido a las vacilaciones de los líderes de la misma, se dio una resistencia armada en muchas ciudades durante meses hasta que el ejército mediante arrestos y ejecuciones le puso fin.
En apariencia, Jua Kuo-feng encabezó el golpe de Estado militar. Mientras que Mao aún vivía, este personaje recibió el nombramiento como sucesor de Mao a la cabeza del partido, en tanto compromiso entre las poderosas fuerzas opuestas a Mao y aquellos que luchaban por continuar plasmando sus metas y políticas. Pero el verdadero autor intelectual del golpe de Estado fue Deng Xiao-ping, el líder de los "seguidores del camino capitalista" contra que Mao enfilaba la Revolución Cultural. Deng rápidamente echó a un lado a Jua Kuo-feng y puso en marcha atrás el camino del país; de la noche a la mañana dejó atrás al país socialista en que "servir al pueblo" era el criterio para todas las decisiones y asumió el lema "enriquecerse es glorioso".
Deng enrumbó al país en el camino capitalista de hoy. Antes del golpe de Estado, las masas trabajadoras dominaban cada día más a la sociedad, comenzaban a ejercer el poder a todo nivel y a decidir el futuro del país, estudiaban, debatían y criticaban con intrepidez a los dirigentes y a sí mismas. Luego, las ciudades chinas se transformaron en maquiladoras, en que la maquinaria del siglo 21 esclaviza a cientos de millones en condiciones del siglo 19 que trabajan doce horas al día los siete días de la semana. Pese a las penurias, las masas aún no tenían la seguridad de poder dar de comer a sus familias ni de un empleo, situación que se abolió en los primeros años de la revolución 50 años atrás. Hoy, millones se matan trabajando, no para crear las condiciones para emancipar a la humanidad sino para enriquecer a los capitalistas de los países imperialistas y sus subcontratistas chinos. Los campesinos, todavía la abrumadora mayoría, caen a diario en más pobreza y humillación bajo la pesada carga de impuestos feudales y el robo de sus tierras. Las autoridades destripan el desarrollo rural canalizando los recursos saqueados del campo al desarrollo urbano. Las clases medias también padecen la tiranía de los magnates de las corporaciones y déspotas del partido y la vida no tiene significado.
Los ricachones de dentro y fuera del partido cenan en lujosos rascacielos que dan sobre barrios pobres, y los funcionarios se jactan a los medios informativos de sus destrezas en la "administración de la pobreza": cómo mandan a la policía a reprimir y desaparecer a los mendigos de las calles. Han vuelto en todo el país las enfermedades y plagas sociales eliminadas durante décadas, tales como la drogadicción, prostitución y infanticidio de niñas.
China dio un salto hacia el futuro con el triunfo en 1949 de la larga guerra revolucionaria que derrotó a los representantes de las potencias extranjeras y los peces gordos feudales y empresarios monopolistas que gobernaban a su nombre. El socialismo transformó las fábricas y otras grandes unidades de producción en propiedad del pueblo y en las siguientes décadas y mediante mucha lucha los campesinos desarrollaron un sistema de propiedad colectiva. Al estudiar esta experiencia y la de la Unión Soviética y lo que llamaba la restauración del capitalismo tras la muerte de Stalin, Mao concluyó que no era suficiente la propiedad socialista y que eso no era ninguna garantía. En la URSS y ya a un nivel alarmante en China, una nueva clase capitalista, una nueva burguesía, surgió al interior del partido comunista. Para estos elementos de la nueva burguesía, que ya estaban en el Poder, la revolución ya había cumplido sus objetivos. Mao, al contrario, sostenía que si la revolución no diera más pasos adelante, surgiría una gran amenaza de estos nuevos explotadores.
En 1966, ante el choque de estas dos corrientes Mao sacó la lucha de los cotos de la alta dirección: llamó a los militantes del partido y a las masas a "cañonear el cuartel general", o sea, a criticar y tumbar a los dirigentes del partido seguidores del camino capitalista, a tomar la iniciativa a crear nuevas cosas socialistas que llevaran a la sociedad en una dirección revolucionaria y a estudiar el marxismo y distinguir más entre el marxismo y el revisionismo de modo que más gente pudiera participar en la dirección de la sociedad. Chiang Ching y Chang Chun-chiao eran parte del núcleo nacional de dirección de esta "revolución dentro de la revolución" sin precedentes. Aunque el partido corría peligro y era necesario tumbar a algunos dirigentes, fue necesario guiar y resumir las complejas luchas de la Revolución Cultural y reconstruir el partido; si no, no hubiera sido posible impedir el triunfo de los seguidores del camino capitalista.
Chang Chun-chiao era periodista de Shanghai cuando ingresó al partido a fines de los años 1930. Combatió como guerrillero detrás de las líneas enemigas en la guerra contra la ocupación japonesa. Después de la liberación, trabajó de funcionario del partido en esa ciudad. En 1967, con el avance de la Revolución Cultural, dirigió un acontecimiento trascendental llamado la Tempestad de Enero. Tras meses de acalorado debate para identificar los deslindes, los rebeldes de las fábricas y de los barrios y escuelas echaron al viejo gobierno municipal, un baluarte de los seguidores del camino capitalista. Encabezados por militantes revolucionarios del partido, primero establecieron la Comuna de Shanghai, basada en la Comuna de París de 1871, la primera revolución de la clase obrera, de fugaz vida, que no tenía ejército profesional y todos los funcionarios estaban sujetos a elecciones y destitución en cualquier momento. Mao la describió como el primer ejemplo en el mundo de la dictadura del proletariado, o sea, el gobierno de la clase obrera.
Mao saludó el levantamiento como un punto de viraje de la Revolución Cultural. Las masas trabajadoras se habían apoderado del escenario político. Tras estudiar la situación, dijo que la comuna no constituía una forma lo suficientemente fuerte de gobierno del proletariado en las circunstancias del momento. A diferencia de la manera en que Marx imaginó el surgimiento del socialismo, China estaba rodeada de un mundo dominado por el imperialismo y era imprescindible tener un ejército regular. También necesitaba un gobierno estable (una dictadura sobre aquellos que querían derrocarlo) y era necesario tener un partido dirigente basado en la clase más avanzada para dirigir a las masas populares a ejercer esa dictadura. Si no, los representantes de la vieja sociedad aprovecharían las disparidades existentes en la sociedad, y los conectes, privilegios y mayores conocimientos que forjaron en esa situación, para volver a tomar el Poder.
Mao recomendó que los rebeldes establecieran algo que ya había nacido en otras partes: una triple combinación de representantes de las organizaciones de rebeldes y líderes revolucionarios del partido y del Ejército Popular de Liberación. Mao explicó que de esta manera, las masas, tras exponer lo que llamaba "nuestro lado oscuro" del partido, "tomarían el poder de manera abierto, en todos los terrenos y de abajo a arriba". A fines de 1968, se habían formado comités revolucionarios basados en principios similares en todo el país.
No fue una receta mágica. Tras una década de lucha, el ejército que tanto necesitaba el país arrestó a los partidarios de Mao, y los seguidores del camino capitalista que se apoderaron del partido detuvieron abruptamente la revolución e impusieron su propia dictadura. La autoridad de Mao no bastaba. Mao, poco antes de su muerte, dijo que tras su muerte algunas personas harían uso de sus palabras para montar un gobierno capitalista y otras personas harían uso de sus palabras para azuzar a la gente en su contra. Los maoístas sabían que aún estaba por venir mucha lucha y mucho trabajo.
Con el desarrollo de la Revolución Cultural y el paso por diversas etapas y circunstancias, Chang Chun-chiao llegó a ser uno de los más altos líderes del partido. Ayudó a dirigir las complicadas batallas para impedir el ascenso de los seguidores del camino capitalista y a desbrozar el terreno (las condiciones sociales que quedaban de la vieja sociedad) en que se basaban y de que se nutrían. En ese proceso, a partir de estudiar y analizar bajo la dirección de Mao la experiencia del mundo y de China y los problemas del momento, hizo grandes aportes al análisis maoísta del socialismo.
En 1975, en un momento álgido de la lucha, sacó el corto y denso texto, Acerca de la dictadura omnímoda sobre la burguesía, que tuvo un impacto político explosivo. Analizó la naturaleza contradictoria del socialismo, que se caracteriza por la lucha entre elementos de las vieja y nueva sociedades. Profundizó el análisis de Mao acerca del socialismo como una sociedad de transición. Dijo que aún no se había logrado completamente la propiedad socialista, sobre todo en el campo, y que se podría perder fácilmente. Era necesario que las relaciones entre las personas en la producción se transformaran constantemente, es decir, que las masas trabajadoras participaran más en la gestión de la producción y de mayor importancia, en la dirección de toda la sociedad, tal como las decisiones sobre asuntos cardinales de para qué sirve la producción y todos los principales elementos de los objetivos y la organización de la sociedad. Era necesario transformar las relaciones de distribución de modo que la sociedad pudiera dejar atrás, paso a paso, el principio del pago según el trabajo. Si bien ese principio representaba la liberación de la explotación, también constituía una situación que aún perpetúa disparidades grandes y potencialmente opresivas, porque la gente no tiene habilidades ni necesidades iguales. Por eso, con el paso del tiempo, la sociedad tiene que ir creando las condiciones materiales y morales en que todo mundo contribuya lo más que pueda, a desencadenar plenamente su potencial colectivo e individual, y reciba lo que necesite.
Sin una lucha constante para transformar las relaciones entre las personas y no sólo la propiedad y sin la lucha constante en la esfera de las ideas y cultura contra la concepción del mundo y las costumbres heredadas de la vieja sociedad, la propiedad socialista se convertiría en un cascarón vacío en que no se eliminan paso a paso, sino que se perpetúan y se restauran con más fuerza que antes las viejas relaciones.
El choque más fuerte en el socialismo se da en el mismo partido, entre los defensores de las ideas y políticas que representan los intereses de una nueva burguesía, y los representantes del proletariado, la clase obrera que sólo puede emanciparse a sí misma emancipando a toda la humanidad. Esta lucha se da entre dos líneas políticas e ideológicas en el partido, dos concepciones del mundo y dos sistemas de objetivos, estrategias y políticas distintas que llevarían la sociedad en direcciones distintas.
Dijo: "La lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre las diferentes fuerzas políticas y entre el proletariado y la burguesía en el terreno ideológico [las ideas], será aún larga, tortuosa y a veces incluso muy enconada. Incluso cuando hayan muerto todos los terratenientes y burgueses de la vieja generación, no cesará esta lucha de clases y seguirá siendo posible la restauración de la burguesía si gentes como Lin Piao escalan el Poder". Se refería a gentes como Lin Piao, un seguidor del camino capitalista que murió unos años antes, en directa alusión a Deng Xiao-ping. En 1976, poco antes de su muerte, Mao puntualizó: "La revolución socialista está en marcha; con todo, hay incomprensión acerca de dónde está ubicada la burguesía. Justamente está en el seno del Partido Comunista; se trata de los dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido".
Chang Chun-chiao indicó la solución: "La experiencia histórica nos dice que la clave del problema de si el proletariado puede vencer o no a la burguesía y si China se tornará o no revisionista, reside en si podemos o no persistir invariablemente en la dictadura omnímoda sobre la burguesía en todos los terrenos y durante todas las etapas del desarrollo de la revolución". Habló, citando a Marx, de paso a paso llevar a cabo "la supresión de las diferencias de clase en general, la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales".
Concluyó: "Para alcanzar este objetivo, no se puede sino ejercer la dictadura omnímoda sobre la burguesía y llevar hasta el final la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, hasta la eliminación en el globo terráqueo de estas `todas' en los cuatro aspectos, de modo que se imposibiliten la existencia y el resurgimiento de la burguesía y las demás clases explotadoras. De ninguna manera debemos detenernos en el camino de transición".
Un manual que redactó un equipo bajo la dirección de Chang Chun-chiao explica con mucho detalle lo que eso quería decir en términos económicos, sociales y políticos concretos. A partir del análisis de Mao acerca de las contradicciones en el socialismo y a partir del desarrollo de eso, el manual examina de manera única y estimulante la economía política del socialismo. Rescata y aplica el concepto marxista de que de fondo, la economía se trata de las relaciones entre las personas, no entre las cosas. El manual se dirige a "los jóvenes que combaten en las líneas del frente en el campo y las fábricas... Para combatir mejor, para prepararse más rápidamente en lo político, la juventud debe estudiar economía política" (capítulo 1).
El manual es un ejemplo excelente de qué se trataba la Revolución Cultural: alentar a las masas populares a luchar por los máximos objetivos de la humanidad, desarrollar la ciencia del marxismo luchando por comprender mejor lo que trae de correcto y desechar las ideas erróneas del pasado, ver cómo popularizar ampliamente puntos importantes y convertir ese profundo análisis en patrimonio de la mayor cantidad de personas de entre las masas que fuera posible. Fue un ejemplo sobresaliente del materialismo dialéctico: un análisis materialista riguroso del porqué de la división entre clases antagónicas y cómo en los hechos eliminar esa división y un análisis igualmente dialéctico del carácter contradictorio y del movimiento de las cosas. En términos económicos, las políticas maoístas impulsaron tanto, si no más, el crecimiento como las políticas capitalistas que reemplazaron. El crecimiento bajo el socialismo de China avanzaba en una dirección diametralmente opuesta: sentaba las bases para la emancipación de la humanidad y no perpetuaba el esclavizamiento al capital y sus representantes.
Los autores del manual de Shanghai sacaron varias versiones en la lucha por afinar el análisis a medida que se aproximaba el desenlace de la batalla política con los seguidores del camino capitalista. Cuando tomó el Poder, la nueva clase dominante capitalista prohibió el manual y confiscó todos los ejemplares en la imprenta.
El montón de calumnias y mentiras que los medios informativos chinos y occidentales vomitaron tras la muerte de Chang Chun-chiao es testimonio de su estatura revolucionaria. Las más duras acusaciones provienen de las personas que eran blancos de la Revolución Cultural, tanto en China como en el mundo. Esa revolución fue el pináculo más alto alcanzado por la humanidad hasta ahora. El balance maoísta de la vida y obra de este compañero parte de nuestro análisis de por qué la Revolución Cultural fue absolutamente necesaria y de los objetivos de la dictadura del proletariado a que sirvió. Aquellos que sostienen que hay otro camino a la emancipación de la humanidad tienen que dar argumentos razonados y no calumnias.
El hecho de que se tumbó el socialismo en China no necesariamente prueba que cometieron errores. Como dijeron los revolucionarios chinos durante esta última batalla, en los siglos pasados la naciente clase capitalista libró muchas revoluciones contra el feudalismo y tuvo que dar marcha atrás una y otra vez, hasta que finalmente triunfó. Para el proletariado, la primera clase revolucionaria de la historia que no busca reemplazar a una clase explotadora por otra y que no puede triunfar sin lograr "la eliminación en el globo terráqueo de estas `todas' en los cuatro aspectos" y no sólo en unos cuantos países, el camino pasará por avances y retrocesos, vueltas y bemoles, a medida que los pueblos del mundo se levanten una y otra vez contra las cadenas sobre el potencial de la humanidad, hasta que finalmente las rompan de una vez para siempre.
El manual de Shanghai dice, citando a Marx: "En la ciencia no hay caminos reales, y sólo tendrán esperanzas de acceder a sus cumbres luminosas aquellos que no teman fatigarse al escalar por senderos escarpados". Agrega: "Los líderes revolucionarios del proletariado dedicaron toda su vida a fundar y desarrollar la teoría marxista. Siguiendo sus luminosos ejemplos y leyendo asiduamente las obras de Marx, Lenin y el presidente Mao, debemos luchar por estudiar y dominar esta arma teórica marxista, para la revolución socialista y la construcción socialista y para la realización del comunismo en todo el mundo" (capítulo 1).
Hoy, sobre los hombros de esos gigantes, es necesario y de esperarse que continuemos desarrollando el marxismo. Los maoístas seguirán adelante a partir de una síntesis más profunda de la experiencia del socialismo y de la Revolución Cultural de China y de las verdades que Mao y sus partidarios descubrieron y por las cuales lucharon.
(Se reimprimió Acerca de la dictadura omnímoda sobre la burguesía en Un Mundo Que Ganar 1989/14. UMQG 1992/17 y 1993/19 contienen más materiales sobre la Revolución Cultural. El manual de Shanghai salió en inglés, Maoist Economics and the Revolutionary Road to Communism [Nueva York: Banner Press, 1994]; Un Mundo Que Ganar ofrece versiones electrónicas en español del prólogo y de los capítulos 1, 2 y 7.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario