Alrededor de 8.000 personas, según el recuento realizado por GARA, participaron en la manifestación que ayer por la tarde recorrió las calles de Donostia para denunciar la desaparición y posterior «aparición» del cuerpo sin vida de su convecino Jon Anza en la morgue de Toulouse. Ayer se supo, además, que las autoridades francesas han adelantado una hora, a las 7.30, la autopsia que está prevista realizar hoy. Allí se exigirá el concurso de un forense de confianza.
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«La represión ha matado a Jon, pero la represión no pudo vencer a Jon. Como tampoco va a poder con Euskal Herria», destacó un representante del movimiento pro amnistía de Donostia ante las miles de personas que ayer por la tarde secundaron la manifestación para denunciar la insólita aparición del cuerpo sin vida de Jon Anza en la morgue del Hospital Purpan de Toulouse, once meses después de su desaparición y en base a un relato inverosímil. Miles de gargantas corearon al unísono durante la marcha y de forma reiterada lemas como «PSOE, GAL, berdin da» o, entre otros, «¡Rubalcaba asesino!».
Inmediatamente después de que el jueves por la tarde saltase la noticia de que el cuerpo sin vida de Jon Anza podría encontrarse en la morgue de Toulouse, confirmado al día siguiente, el movimiento pro amnistía de la capital guipuzcoana convocó la marcha que ayer por la tarde denunció «el nuevo capítulo de guerra sucia» de los estados español y francés en Euskal Herria, que entienden es el que han protagonizado con el militante donostiarra las FSE. Dos días después, con la alarmante noticia de la sorprendente «aparición» del cadáver de Anza y con un insostenible relato oficial sobre lo que pudo ocurrir, miles de personas abarrotaron ayer por la tarde el Bulebar donostiarra. Según el recuento realizado por GARA, alrededor de 8.000 personas secundaron la marcha contra la guerra sucia.
Cuando faltaban diez minutos para que la pancarta con el lema «Errepresioa eta gerra zikina amaitu» se desplegara entre ikurriñas con crespón negro, la Ertzaintza hizo acto de presencia. Salvo una pequeña demostración de cómo los beltzas protegen las furgonetas con verjas de quita y pon, la Policía autonómica no hizo más que abrir y cerrar la manifestación, siguiendo las instrucciones de la Policía Municipal de la capital.
Cuando el reloj marcó las 17.30, las tres dotaciones de la Ertzaintza se movieron rápidamente hacia Alderdi Eder, mientras cientos de personas seguían todavía llegando al Bulebar. Por los altavoces comenzó a escucharse el son habitual en funerales y despedidas a militantes fallecidos; y el silencio se apoderó del centro donostiarra. Hasta que amigos y allegados de Jon Anza desplegaron la pancarta. Sólo se escuchaban incesantes aplausos y miles de gargantas que gritaban «Herriak ez du barkatuko», «Jon gudari, gogoan zaitugu» y «Policía asesina».
«¡Rubalcaba asesino!»
Una ikurriña con crespón negro, junto a un cartel con la fotografía de Jon Anza, dirigía la cabecera de la marcha que se abrió paso entre un pasillo humano inundado de aplausos y puños en alto que no cejaban de gritar.
A paso rápido, la movilización atravesó Alderdi Eder y se encaminó hacia el Buen Pastor. En su transcurso, por el recorrido se podían apreciar pancartas con leyendas como «Jon asesinado! PSOE responsable». Y pocos metros después, cuando la marcha llegó a la altura de la sede del PSE, los lemas que se gritaban se concentraron en uno solo: «¡Rubalcaba asesino!».
Mientras que la movilización seguía su curso por la calle Okendo y llegaba rápidamente al punto de salida, al Bulebar, la cola de la marcha aún seguía a la altura del Buen Pastor. Las miles de personas se agolparon ante el kiosko, en silencio, mientras seguía escuchándose el mismo son con el que arrancó la movilización. Sólo un pebetero con fuego presidía el escenario. La fotografía de Jon Anza que portaba un amigo lo acompañó enseguida junto a los allegados y conocidos que portaron la pancarta.
Democracia y justicia
De nuevo las incansables gargantas evidenciaron el ánimo de denuncia y el enfado de las miles de personas allí congregadas. «Jon, gudari, gogoan zaitugu», repitieron sin cesar hasta que una representante del movimiento pro amnistía tomó la palabra. No tuvo que decir nada más que «Agur eta ohore, Jon» para que el ruido ensordecedor de miles de aplausos se apoderasen del centro donostiarra.
Fue clara y concisa. Recordó que no hay mucho más que decir que lo expuesto hasta ahora: que Jon fue secuestrado, torturado y muerto a manos de las FSE, con la complicidad de las autoridades francesas. Que de nuevo, la guerra sucia y la represión más salvaje, ya instalada en Euskal Herria en los últimos tiempos, ha sido quien ha «asesinado a Jon Anza».
Tal y como le gustaría al propio Jon Anza, lo siguiente que pidió fue «recordar en estos momentos a los presos políticos vascos que ahora se encuentran en lucha, y a todos los vascos y vascas que se encuentran huidos o refugiados».
La representante del movimiento pro amnistía señaló que la muerte de Jon Anza «nos sitúa frente a la imposición y la opresión que padece este país». Recordó que «en Euskal Herria, las versiones oficiales son sinónimo de mentiras» y acusó de nuevo a los estados francés y español de ser los autores de su muerte; «tanto su muerte como la ocultación de su cadáver han sido decisiones políticas». Y lo contextualizó en el marco de la espiral represiva de Madrid y París con el «todo vale» contra los independentistas vascos.
Ensalzó la figura de Anza al recordar que padeció todos los rostros de la represión, desde la tortura, la carcel y la dispersión, hasta la guerra sucia. Y aseguró que aunque lo único que oferten los estados sea la represión, «en Euskal Herria queremos la democracia y la justicia».
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